viernes, 17 de diciembre de 2010

El retorno de la lluvia





La lluvia me reconcilia con la vida. El nivel de precipitaciones en estas últimas semanas sobrepasa con creces un año que parecía un perpetuo verano, de canicular sol y temperaturas abrumadoras. Desesperante, agobiante. La lluvia tiene la fuerza de desencadenarlo todo. El clima volvió a ser el que recuerdo en mi niñez; cuando los comienzos del año escolar significaban esperar el recorrido en un frío que calaba, con un cielo límpido y charcos el la calle que reflejaban la ciudad recién despertada.

Pero cuando la lluvia se empecina en caer sobre Quito lo hace a conciencia. Empapando todo; y cuando las baldadas de agua que se escurren hacia las entrañas de la urbe no pueden ser contenidas las tapas de las alcantarillas vuelan y el tráfico colapsa y nos damos cuenta de que es imposible domar la naturaleza completamente.

Me gusta el sonido de la lluvia, cuando estoy acurrucada en casa, con una taza de té humeante entre las manos, un libro en el regazo y con la mirada perdida, viendo como esa sábana diáfana como una gasa difumina las figuras del horizonte y el repiqueteo rítmico de las gotas rompe el silencio de la tarde....y a veces uno que otro trueno hacen coro, rompiendo el sopor rítmico. Y compartir el silencio de ver llover cuando estás abrazada a alguien es hermoso.

Pero también me gusta estar en la calle cuando comienza a llover. Me gusta saltar los charcos y ponerme la chompa con su capucha y caminar en pleno aguacero. Y me gusta quitarme la capucha y levantar la cara hacia el cielo y dejar que la lluvia me moje, me lave...es una sensación muy liberadora, ese golpeteo de las gotas al estrellarse sobre mi rostro, sobre todo cuando chocan con mis párpados, que son más sensibles y como poco a poco el cabello también se empapa y las gotas empiezan a filtrarse por pura gravedad hacia el cuello. Y se desplazan lentas, sin apuro por la espalda, enfriando la temperatura corporal, excitando cada terminal nerviosa a su paso. Me hacen sentir viva.
Además ver a la gente que escampa bajo algún alero mirarte envidiosa al caminar sin apuro bajo la lluvia, tan campante, es genial. Y luego llegar a casa para cambiarte y arroparte con alguna prenda seca y suavecita es delicioso.

Pero sobre todo, ¿a que no existe nada más rico que salir luego de una copiosa lluvia y literalmente oler en el ambiente la posibilidad de nueva vida? Como si la tierra, la yerba y las plantas te gritaran en silencio que la vida vuelve a hacer de las suyas. Simplemente me gusta mucho la lluvia.



5 comentarios:

Diana Patiño Flor dijo...

has descrito, con precisión y detalle, todo, todo, exactamente todo lo que me gusta de la lluvia. Has puesto todas las razones, sin saltarte ni una sola. Amo la lluvia también, por todos esos motivos. Es reconfortante, revitalizante, conciliadora. Es maravillosa.

Acá en mi ciudad también está lloviendo, aunque todavía no cae el aguacero, pero ya se viene, lo presiento.

Besos mi preciosa!

Fernanda... dijo...

me gusto el post y me encantó como se ve el reflejo del árbol en el charco de agua dejado por la lluvia, linda foto.

Privado dijo...

Hola!
Permíteme presentarme soy Cleofé administradora de un directorio de blogs, visité tu portal y está interesante, tienes temas muy buenos. Me encantaría poner un link de tu web en mis sitios y así mis visitas puedan visitarlo también. Si estás de acuerdo no dudes en escribirme
Éxitos con tu blog.
Saludos

Cleofé García

Lorelai dijo...

Hola, con tu permiso te cojo la foto de los arboles reflejados en el charco, es muy bonita :-)

Anónimo dijo...

Muy linda descripcion de las ensaciones que la lluvia te provocan. He leido mas relatos tuyos y me gusta como escribis. Te dejo mi blog, en donde tambien escribo para que lo leas, si queres.
www.ficcionvsrealidad.blogspot.com
Saludos!