Hay amistades que no se buscan, que no se encuentran, sino que de repente te das cuenta de que están ahí, presentes. Ni sabes como pasó.
Esa sensación tengo al recordar a una gran amiga. Una mujer, abuela de unas queridas amigas de la infancia, que de manera desinteresada tuvo la paciencia y las ganas de enseñarme, porque sí, un montón de experiencias, recetas y trucos artesanales y culinarios que atesoro; pero que sobre todo dejó una huella indeleble, por su preocupación y sus detalles, delicados y muy personales. Porque aprendí mucho del trabajo en equipo viéndoles trabajar mancomunadamente con su pareja, complementándose y ayudándose.
Con el tiempo y al ir creciendo, fui descubriendo su amistad y su cariño. Hoy me enteré de que falleció la semana pasada. Luego de un suspiro de esos que te desinflan, no solo los pulmones, sino todo el ánimo que podía caber en el cuerpo, recordé la última vez que pasamos juntas. Toda una tarde, conversando, tomando té, pasando un momento entre amigas. Me gusta ese recuerdo y me gusta haber tenido la suerte de ser su amiga. Gracias por todo y paz.
3 comentarios:
hay bque bsaber vivir a pesar de las asusencias. eso es vivir.
Agradecer por que fuiste su amiga, y te enseñó mucho, ahora está en ti no olvidarla!
DGSA.... lindo post y lindo que tengas ese recuerdo de ella... lindo blog te sigo
Publicar un comentario